martes, 10 de noviembre de 2015

SUEÑOS


DEL CORAZÓN Y EL ALMA

DEL CORAZÓN Y EL ALMA


Plantar un árbol, escribir un libro, tener un hijo....
Yo ya hice dos de esas cosas, y me pregunto yo ¿servirá escribir un cuadernillo, en vez de un libro?.
Tengo muchas cosas escritas por ahí, pero sin ningún orden, y ahora puede ser un buen momento para ordenar todo eso, todo lo escrito de mi pasado más reciente... y a ver lo que sale. Me gusta la idea, pensar que un día yo no estaré aquí, y algo escrito de mí y por mí quedará.
No voy a engañar a nadie, prefiero el artesanal bolígrafo y el papel al ordenador. Igual que no es lo mismo buscar el placer con tus propias manos y dedos que con cualquier aparato que, por otra parte, nunca me he atrevido a adquirir.
La música me acompaña, y en mi teléfono móvil una gran colección de fotografías de su rostro, que me inspiran, no me acompañan, eso no. No me sirven unas imágenes, yo necesito piel, voz, manos: algo que no tendré, y mientras escribo esto no pedo evitar que se me estremezca todo, y se me inunden los ojos, se me inundan de unas lágrimas que no quiero dejar salir. Lo tengo comprobado, si dejo salir unas pocas, el resto se apresuran a salir detrás, ¡cómo son!, encuentran un huequillo, un momento de flaqueza, y ¡hala! a buscar la libertad de expresión... Y yo, para esto de llorar, ejerzo dictadura total.
Dicen que para que algo se acomode en tus costumbres, en tus rutinas, debes ejercitarlo, al menos, durante 21 días seguidos; si lo interrumpes en algún momento, hay que volver a empezar... 21 días seguidos, uno detrás de otro. Ya no sé cuantas veces llevo intentando que  no pensar en él y que se me acelere el corazón sea una rutina: 21 días son muchos, si pudiera 21 horas, o tan siquiera 21 minutos.....!

Hay momentos en los que le hecho tanto de menos que me duele todo. Se me agolpa toda la ansiedad del mundo en la ventana de mi alma, queriendo salir. ¿Que no sabéis dónde se encuentra esta ventana?, justo aquí, en la base del cuello. Ahí es donde dice Benedetti que está el alma. Y yo, que lo considero como a un sabio de las cosas del corazón, me lo creo a pies juntillas. Ahí es su sitio.
Cuando pienso en él, cuando no sé nada de él, ahí es donde más lo siento. A veces quiere huir, mi alma quiero decir, y como no puede salir (el alma sólo abandona el cuerpo cuando nos morimos), busca apoyo en mi corazón, y baja... baja en su busca, pero se encuentra con el pecho, se entretiene, y se queda en lo más sutil, hermoso y voluptuoso, en la parte física del cuerpo que lo envuelve, y genera ese movimiento de inspiración, expiración,... y se entretiene, y me acelera la respiración.
Al alma, bueno, a la mía, le cuesta mucho llegar en busca de esa ayuda del corazón, pero llega, ¡sí señor! llega: con los años, mi pecho ha caído ya algo, incluso los senos han dejado algo más de espacio entre sí, mi corazón ha quedado más al descubierto para el alma, que, una vez más vuelve a bajar, y llega, y se encuentran, y ambos suben y bajan, de la casa del alma a la del corazón, de la del corazón a la del alma.
Y ahí, en ese hueco del cuello, donde el alma tiene su ventana se escuchan, se sienten los ruidos en forma de latidos que se aceleran y aceleran, son los golpes del corazón y el alma queriendo salir, para verlo, para sentirlo, para vivirlo.
Mi alma y mi corazón son muy traviesos.

mtnezr.

PÓSIT LV


PÓSIT LIV


El camino

Ese camino recto que va desde el Monte de Venus hasta la Puerta del Alma.

Allí abajo empiezas,

Subes por la colina del vientre hasta el abismo del ombligo,

continúas y bajas por el valle de las costillas para, desde ese punto, volver a elevarte por el desfiladero de mis pechos.

Puedes parar un momento, respira y toma el último impulso
sin llegar a subir al cuello,

Allí está.

No hace falta que llames a la puerta,

mi alma te estará esperando en el umbral para juntos hacer el camino de vuelta, tomando aire, sin paradas,


más allá del Monte de Venus, allí seremos uno.

                                                                                                      mtnezr.

LA TALLA

No debía de ser un metro el que determinara la talla de mi ropa, pero tus manos estaban midiendo otro cuerpo.
                                                                                                                                   mtnezr.

martes, 22 de septiembre de 2015

Pósit LIII


Pósit LII


Pósit LI



Pósit L


Pósit XLIX


Pósit XLVIII


Pósit XLVII


Pósit XLVI


Pósit XLV


Pósit XLIV


Pósit XLIII


Pósit XLII


Pósit XLI


Pósit XL


Pósit XXXIX


Pósit XXXVIII


Pósit XXXVII


Pósit XXXVI



Pósit XXXV


Pósit XXXIV



Pósit XXXIII


Pósit XXXII


Pósit XXXI



Pósit XXX


Pósit XXIX


Pósit XXVIII


Pósit XXVII



Pósit XXVI



Pósit XXV



Pósit XXIV


Pósit XXIII


Pósit XXII


Pósit XXI




Pósit XX



Pósit XIX